Después de un fin de semana como este parece que a mi energía vital le cuesta regresar a la normalidad. Voy regresando poquito a poco a mi ecosistema, a mi vida, a mi normalidad, a mi casa. Abro la maleta y empiezo a colocar, la cámara de fotos, en un armario, la ropa usada a la lavadora, otra ropa, que al final no hizo falta, en otro armario.
Mientras que reviso las fotos y coloco las cosas, me doy cuenta que por dentro me siento diferente. En mi armario interior busco espacio donde colocar sonrisas, besos, llantos, alegrías y penas. Mientras que ordeno mis cosas, por dentro también voy viendo imágenes de mis compañeras de viaje. Durante estos días he compartido emociones y sentimientos con personas nuevas y ellas también me han transmitido que han disfrutado de mi compañía. Esas personas y yo durante estos días hemos nutrido un ecosistema, una energía común, una noosfera, en la que nos hemos proyectado, nos hemos reflejado, nos hemos encontrado, nos hemos amado.
Durante este fin de semana hemos permanecido en un mismo lugar físicamente y nuestra energía interior se ha dado un viaje por un universo donde las estrellas son otras energías vitales, donde las estaciones de parada han sido creadas para dar espacio a nuestra querida amiga MARTA. Miedo, Alegría, Rabia, Tristeza y Amor han brotado desde el interior de cada uno para encontrarse con la empatía, la comprensión y la escucha. Un viaje que me ha llevado a dentro de mi ser a ordenar, a reconocer, a mis emociones y anhelos.
Continúo colocando mis cosas de viaje y de paso aprovecho para cambiar alguna estantería de sitio, alguno de los cajones ahora pasa a estar un poco más abajo y las perchas las he cambiado de lugar. Ya que estoy aprovecho y tiro alguna cosa que ya ni me sirve ni tampoco creo que le pueda servir a nadie por viejo y porque algunas veces hemos de tirar viejas cosas que no nos sirven y porque queremos purificar este mundo a la hora de tirarlas. Unas cosas las tiro a la basura y otras las tiro por el wáter y observo como salen de mi mundo al tirar de la cadena
Sigo colocando mis cosas y dejo para el final los regalos que me han obsequiado mis compañeras en el grupo pequeño. Regalos, que mis compañeras me han obsequiado con su mejor sonrisa ahora tienen un lugar en mi ser y en mi estantería. Regalos que desprenden el aroma de un mundo nuevo lleno de amor comprensión y empuje. Una piña para que haga piña con mi gente amada y querida, una piedra con la palabra grabada “amate”, un imperdible para que una vez encontrado a mí mismo no me vuelva a perder, un trozo de madera para que me transmita la fuerza de la lucha y el coraje necesarios para vencer a mis temores y miedos. Cartas, frases, palabras, regalos, que llegan directos a una parte de mi ser donde me anclo y pongo mis cimientos para reconstruir un nuevo yo por dentro lleno de luz y de amor por mi esencia más vital.
No sé si será por el calor primaveral propio de un 13 de abril o mis ganas de sentirme limpio y dejar que por el sumidero se vayan las impurezas de mi ser, me doy una ducha y el agua y el jabón purifican mi cuerpo. El agua limpia mi cuerpo por fuera y también siento que me estoy limpiando por dentro. Mi cuerpo es la vasija que contiene un sinfín de sentimientos y a tres personas nuevas que he conocido este fin de semana, eternos viajeros que en mi interior me hablan y me cuentan cómo ven el mundo y la vida.