"La persona crece psicológicamente cuando no se conforma con lo que tiene sino que se preocupa por descubrir la esencia misma de las cosas. No es una exploración superficial o de chismorreo sino más bien una autorreflexión de las propias actitudes o acciones".
Alejandro Rocamora Bonilla
martes, 20 de marzo de 2012

LA CULPA Y EL ODIO NACIERON EL 21 DE MARZO DEL AÑO 2008




Fue precisamente el día 21 de marzo. No podré olvidar mientras viva que ese día estrenábamos la primavera. Mi historia hasta entonces había discurrido en un tímido sosiego. Te escribo sabiendo que nunca leerás éstas mis palabras que no son otra cosa que confesiones que un alma apesadumbrada necesita airear.

Comprendo que para ti será difícil de aceptar lo vertiginosos que fueron los acontecimientos en los que me vi envuelta. Yo misma no logro entender qué me arrastró por aquella pendiente. ¿Tal vez mis propias dudas de niña mal criada?. ¿La pasión que no logré contener?. ¿Una corriente inevitable, una nube impetuosa, un desaire desafortunado?. No lo sé, lo sé... Quiero que sepas que no fue algo premeditado.

No pretendo justificarme en base a ocultas razones o caprichos del destino. ¿Para qué?. Si tú estás lejos y yo no sé ni dónde estoy. O sí lo sé: en los últimos brazos que me han acogido y no me han preguntado, ¿qué ha pasado?.

Arrastro desde aquellos instantes que duraron un mes escaso un fardo tan gravoso que las piernas se me han puesto rojas y pesadas. Es un sentimiento negro que se llama culpa. Maldigo haberme equivocado. No dejo de gritarme una y cien veces que soy una estúpida y una idiota que se dejó arrastrar por la lava de un volcán que creía que no regurgitaba dentro. Una se sorprende a si misma con sus propias erupciones.

Soy incapaz de mendigar tu propio perdón. No consigo mirarme en los baldosines del baño y no odiarme. Odiarme por haberme bajado de un tren cuyo viaje quería continuar. Odiarme por no haber sabido-podido-querido decir un NO alto y claro a mis feroces emociones. Odiarme porque mi vida no será ya la misma.

Ahora mastico aquella máxima cargada de sabiduría que la mujer anciana del pueblo le gustaba repetir: “No somos dueños de dar a luz a nuestras emociones, pero sí somos dueños de los que hacemos con ellas una vez que han nacido”.

La almohada en la que tú descansabas la he llenado de rencor y remordimiento. Por el canto de los pájaros siento una extraño desafecto y los capilotes que me regaló la vecina los he dejado secar en la meseta del comedor. La vida la he vestido de colores oscuros y la he envuelto en una triste monotonía. Tú, ¿cómo estás?...

Tal vez alguna meiga  pueda susurrarme palabras de consuelo....


(Motuva)

3 comentarios :

  1. Yo sigo esperando qué día nos damos ese abrazo que ambos necesitamos.¿Cuándo nos vestimos de color?

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  2. ¡¡Qué difícil es parar las emociones cuando se desvocan!! Y eso, en ocasiones, nos llega a producir, pasado el tiempo, grandes dolores

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  3. A veces de que manera tan brutal nos bajamos la autoestima, nos rechazamos, culpabilizamos, hasta nos maldecimos por habernos equivocado etc. Para Pepi creo que una vez que se reconoce todos los errores, expresamos las emociones etc. estaria muy bien que se empezara a reflexionar y barajar nuevos caminos, nuevos horizontes tratar de tener esperanzas, para llegar a ver una nueva luz en el desarrollo de nuestras vidas, pues al final luchar por el cambio se obtiene una gran recompensa.
    Así que ánimo y adelante, que antes que tú ha habido muchos que se han caido y se han levantado. Pues caernos está permitido pero levantarnos es obligatorio.

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